¿Por qué existen, quiénes son, cómo se expanden y politizan y qué influencia tienen los fundamentalismos religiosos?
La pregunta política de por qué existen, quiénes son, cómo se expanden y politizan y qué influencia tienen los fundamentalismos religiosos necesita responderse a muchas manos. El asunto es extremedamente complejo; también las estrategias para hacerle frente. Dos ejemplos concretos sirven para ilustrar, al menos una parte, de lo que está en juego en el caso cubano (y en otros).
En 2018 comenzó en Cuba una disputa intestina alrededor de la posibilidad de abrir la puerta al matrimonio igualitario. Las estrategias de los actores reaccionarios religiosos antiderechos se dirigieron a la sociedad en pleno; no solo a sus fieles.
Su propósito era (y es) defender el “diseño original” de familia “tal como Dios la creó”. Se realizaron recogidas de firmas, alianzas interdenominacionales y anuncios de la “destrucción total” que se avecinaba. Como es habitual en la nueva ola reaccionaria religiosa, desplegaron renovadas formas y estrategias de comunicación, un activismo pastoral digital inédito y campañas que intentaban conectar emocional y argumentalmente con distintos sectores sociales. Entre los recursos comunicativos estuvo la producción de videoclips. Uno de ellos, luego bajado de las redes sociales por su claro discurso de odio, alega:
«Dime hasta dónde quieren llegar, promoviendo toda esta desfachatez moral (…) Ahora hasta quieren autorizar, el matrimonio gay y con derecho a adoptar (…) Y cómo quedarme de brazos cruzados, mientras mis principios están siendo pisoteados (…) Ayer fue prohibido, hoy es aceptado, mañana por algún motivo va a ser obligado (…) Digan lo que quieran, llámenme machista, pero el daño que esto causará se ve a simple vista. No cuenten con mi voto, no seré́ responsable de esos hogares rotos (…) Arranquemos el mal, sí, pero de raíz».
Este video y toda la campaña orquestada durante la consulta popular para frenar la apertura a la puerta del matrimonio igualitario tenían un objetivo claro: imponer valores, comportamientos y formas de organización religiosa a toda la sociedad, a través de la intervención en las formas y normas del Estado.
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“Diseño original”, describe la homosexualidad como un mal para la sociedad y promueve «eliminarlo de raíz», acompañado de un gesto que significa cortar la cabeza.
El pasado 22 de junio, el Comité Ejecutivo General de la Iglesia Evangélica Pentecostal de Cuba (Asambleas de Dios) publicó una Nota Oficial en la cual se defiende el matrimonio instituido por Dios donde el hombre “entrega su vida por ella y ella se somete a él”. Afirma que “sus principios no se someten a discusión bajo ninguna circunstancia” y “exhorta a cada congregación a tomar las armas espirituales como la Palabra de Dios, la oración y la fe, y a trazar estrategias educativas dirigidas a frenar el impacto de la ideología de género en nuestras comunidades”. A la vez, se deja en claro que “la ortodoxia y orto-praxis de la Iglesia no son impuestas a nadie, solo son asumidas por los feligreses”.1
Al menos en su retórica, este pronunciamiento apuesta a otro asunto: ampliar comunidades de fe articuladas en sus principios doctrinales.
Los ejemplos ponen de manifiesto dos temas relacionados, pero distintos: a) la militancia de los antiderechos religiosos enfocada a regular las formas de la nación e influir en las instituciones políticas y b) el asunto de cómo los antiderechos religiosos están ampliando su capacidad de influencia social y sus bases, y socializando a cada vez más personas en principios estrechos en derechos e igualdad. Los dos asuntos son igualmente preocupantes.
Los fundamentalismos de matriz religiosa buscan ganar presencia creciente en espacios políticos e institucionales. Y lo logran.
Establecen alianzas con actores neoconservadores sin marca religiosa, los cuales se presentan en el espacio público como des-identificados de toda doctrina, aunque defiendan la misma agenda. La creciente influencia política de los antiderechos se ha verificado en toda la región. Fueron una fuerza importante en el éxito electoral del ultraconservador Jair Bolsonaro en Brasil. Fueron los responsables de la irrupción en la política de un pastor neopentecostal, Fabricio Alvarado Muñoz, que estuvo a punto de alcanzar la presidencia de Costa Rica. Influyeron con fuerza en la campaña por el No en los acuerdos de paz de Colombia. Han sido fundamentales en Chile para bloquear el protocolo estatal para los abortos por causales específicas. Han ganado influencia sobre todo en los aparatos estatales de la región. La lista podría seguir.
Su presencia en las coyunturas legislativas está siendo la norma. En Cuba sucedió lo mismo. El despliegue que realizaron durante la consulta popular de la Constitución fue contundente. Los grados de influencia que lograron, también. No cancelaron del todo la posibilidad, pero la contuvieron con pulso firme. Lo hicieron porque podían, porque han ganado audiencia y capacidad de disputa. El margen, en efecto, era estrecho. Los números (aunque no fueron públicos hasta después del referéndum constitucional) así lo mostraban.
Una Encuesta Nacional sobre Igualdad de Género había evaluado la siguiente afirmación: “a las parejas del mismo sexo, sean hombres o mujeres, se les debería permitir casarse”. Las respuestas se distribuyeron como sigue: 49,1% (de acuerdo), 9,9% (de acuerdo en parte), 32,5% (en desacuerdo), 5,9% (tengo dudas) y el 2,6 (no respondió).
No es posible afirmar que esos números tengan, todos, una doctrina religiosa detrás. Tampoco es recomendable decir que la ampliación de la influencia religiosa no es una variable de peso. Según esos datos, el acuerdo mayor era de aprobación al matrimonio igualitario. Sin embargo, oportunamente manejado ese margen por los actores religiosos reaccionarios y conservadores no religiosos, la balanza podría cambiar. El desacuerdo explícito no resultaba desestimable. El desacuerdo potencial podía igualarse o superar al apoyo. El riesgo de que no se aprobara la Constitución por ese artículo era una variable a considerar.
Cuánto intervino eso en la decisión de llevar el Código de las Familias a referéndum es un debate abierto a interpretaciones, en ausencia de información. Lo que sí constituye un hecho es que esos sectores sociales han ganado robustez y que eso se puso en juego en el proceso.
Una parte de ellos reciben conocido financiamiento del gobierno de Estados Unidos. Además, calan en necesidades sociales que las personas y grupos requieren satisfacer. Por otro lado, despliegan un arsenal de estrategias, a las cuales hay que prestar atención.
Estrategias y ampliación de bases
Entre las novedades del fundamentalismo religioso en las últimas décadas están su capacidad de generar redes trasnacionales y de intervenir en espacios de organismos internacionales, su incursión en el ejercicio pastoral digital y a través de formas novedosas de comunicar en los medios y redes sociales, así como su intento de cooptar la retórica de derechos humanos.En efecto, representantes de organizaciones religiosas antiderechos se han presentado en las Naciones Unidas, en la Organización de Estados Americanos y en otras plazas. Lo hacen como voceros de colectivos opositores al aborto y al reconocimiento de derechos de personas LGTBIQ.
A la vez, crean potentes alianzas trasnacionales que en ocasiones muestran engranajes entre evangélicos y católicos antiderechos. Dos de las organizaciones que cristalizan ese esfuerzo son Con mis hijos no te metas (fundada en 2016) y el Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia (fundado en 2017). En su agenda más sistemática están la lucha contra la educación sexual en las instituciones escolares, la legalización del derecho al aborto en cualquiera de sus variantes, el matrimonio igualitario y el reconocimiento de las diversidades sexuales. Esa agenda se realiza a través del poderoso dispositivo creado para reaccionar a los avances o prospectivas de avance sobre los derechos de las mujeres y grupos LGTBIQ: la «ideología de género».
El despliegue fundamentalista religioso no se realiza solo a través del cara a cara y puerta a puerta, aunque lo incluye. También se hace a través de redes sociales y plataformas digitales. Una parte de la campaña contra el matrimonio igualitario se hizo en ese registro. Además, realizan desde “coaching de identidad” para ayudar a los sujetos a “reencontrarse con su heterosexualidad” hasta talleres de youtubers para glorificar a Dios, como el realizado el pasado enero por la Liga Evangélica de Cuba.
Pero no siempre la narrativa es tan frontal. También tienen retóricas y liturgias flexibles que enuncian la voluntad de acoger a las personas en pecado y defender los derechos humanos (castrados por el fundamentalismo), a la familia (heteropatriarcal) y a la comunidad (de fe).
En el plano discursivo, intentan conectar con lo dispositivos de los gobiernos. En Ecuador, por ejemplo, en un debate en 2017 a propósito del Código Orgánico de Salud y la Ley Integral para la Prevención y Erradicación de la Violencia de Género contra las Mujeres, los grupos religiosos antiderechos invocaron a la Constitución de ese país, a la “soberanía”, a “las raíces milenarias”, a “la sabiduría de todas las culturas”, a “las luchas sociales de liberación” frente a todas “las formas de colonialismo ideológico”, y exhortaron a “la convivencia ciudadana en diversidad y en armonía con la naturaleza”.
Algo similar sucedió en Cuba. En la primera carta firmada por la Iglesia Evangélica Pentecostal «Asambleas de Dios», las convenciones bautistas orientales y occidentales, la Liga Evangélica de Cuba y la Iglesia Metodista de Cuba alegaron que la “ideología de género” no tenía “relación alguna con nuestra cultura, nuestras luchas de independencia, (…) con los líderes históricos de la Revolución (ni) con los países comunistas”. Hay que decir que colocar a la “ideología de género” como contraria al comunismo fue un “aporte” de los fundamentalismos religiosos cubanos. En toda América Latina los opositores de la “ideología de género” la han igualado al «peligro del comunismo y el marxismo”. Pero en Cuba, en el primer momento, se hizo lo contrario, como recurso estratégico. Sin embargo, no hay evidencia de una línea recta en ese sentido. Ya en el segundo comunicado respecto al matrimonio igualitario (firmado por 21 iglesias) no se hablaba de “países comunistas” y en publicaciones más recientes hay un claro desmarque al respecto.
Los próximos meses serán intensos en las esferas públicas cubanas. Si el referéndum del Código de las Familias se concreta, ocupará un lugar central. El matrimonio igualitario es uno de sus contenidos, pero no lo agota. Otros asuntos sobre el formato, las responsabilidades y los límites de la institución familiar podrían y deberían disputarse para hacer de esa norma un cuerpo más inclusivo y robusto en derechos para todas las personas que integren las familias diversas y para los deberes y derechos de esas personas respecto al resto, cuando los lazos legales del matrimonio se rompan. Pienso, por ejemplo, en los deberes y derechos parentales, que tanto necesitan repensarse.
Entonces, estamos frente a un campo complejo, que no se agota en el Código de las Familias ni en frenar la influencia política de los actores antiderechos, aunque eso es principal. También tenemos enfrente otro problema, antes mencionado: la expansión de valores morales fundamentalistas, ya incrustados en las arterias de la nación. Frente a ello, la reflexión es otra y acaso más compleja aún: afrontar la democratización de la vida y los valores, el abrazo a la diversidad y la defensa de los derechos como principio de la educación espiritual e intelectual de las personas.
Este es un proceso abierto, que no se acaba en el 2021 ni con el Código de las Familias, aunque tampoco puede desentenderse de ello. Para hacerle frente, necesitamos esferas públicas donde podamos participar distintos actores, en igualdad de condiciones. No se trata aquí solo de quién habla con más razón y justicia, sino de poder hacerlo en condiciones en que se escuche.
1 En la Nota Oficial I, habían manifestado su desacuerdo por no poder predicar en el espacio de la televisión estatal habilitado para ello durante les medidas de distanciamiento físico por la pandemia de la COVID-19.
Este artículo fue originalmente publicado en OnCuba News el 24 de junio 2020. Encuentra acá la publicación original.
Una reciente publicación que compartió la cantante cubana Danay Suárez en redes sociales hizo zoom nuevamente sobre los actores religiosos…
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