10.10.2019

Paula Benavides, economista chilena: “Sería un gran avance instaurar una compensación previsional para personas cuidadoras de adultos mayores y dependientes”

La economista de la Universidad Católica de Chile analiza puntos claves del estudio “Sistema de pensiones en Chile: Desafíos y opciones para avanzar en equidad de género”, publicado junto a Consuelo Fernández en FES Chile.

La economista de la Universidad Católica de Chile analiza puntos claves del estudio “Sistema de pensiones en Chile: Desafíos y opciones para avanzar en equidad de género”, publicado junto a Consuelo Fernández en FES Chile. En el documento, las expertas describen los factores tras las brechas de género que afectan a las mujeres en el área previsional y entregan recomendaciones.

El pasado 3 de octubre se realizó el Seminario “Reforma a las Pensiones ¿Desafío pendiente en la equidad de género?” en el ex Congreso Nacional de Santiago de Chile. La instancia organizada por la Fundación Friedrich Ebert (FES) en Chile y Chile 21, tuvo por objetivo analizar los desafíos que enfrenta el país en materia previsional para las mujeres.

Junto a un panel de especialistas y políticos, el debate se centró también en la publicación de las autoras Paula Benavides y Consuelo Fernández en FES (Leer: “Sistema de pensiones en Chile: Desafíos y opciones para avanzar en equidad de género”). En el documento, ambas especialistas evidencian las brechas que se expresan en materia de pensiones y entregan recomendaciones para acortarlas desde una mirada integral.

En entrevista con FESminismos, Paula Benavides profundiza algunos de los puntos claves del estudio y advierte que el envejecimiento de la población y la concentración de la labor de cuidados como una actividad no remunerada en las mujeres hace más urgente el fortalecimiento de un sistema formal de cuidados en Chile.

– ¿Cómo cambió el escenario en términos de equidad de género en Chile tras la reforma previsional de 2008?

La reforma de 2008 tuvo un enfoque de género muy significativo. La creación del pilar solidario, con la Pensión Básica Solidaria y el Aporte Previsional Solidario, tuvo efectos sustanciales en la cobertura y los montos de las pensiones de las mujeres. Además, significó un reconocimiento de su autonomía económica a través de un enfoque de derechos.

Además del pilar solidario, la reforma de 2008 incluyó un conjunto de otras medidas específicas de equidad de género, como el bono por hijo que es un aporte universal por hijo nacido vivo o adoptado, la separación por género del seguro de invalidez y sobrevivencia y la compensación previsional en caso de divorcio o nulidad. Al incluir estos efectos, la actual brecha del pilar contributivo se reduce de 67% a 40%.

– En base a lo planteado en el análisis realizado junto a Consuelo, ¿cómo describirías el estado actual de las pensiones en el caso de las mujeres, considerando las diversas brechas de género que se expresan en Chile y que lo posicionan en un pésimo lugar entre los países OCDE?

La reforma de 2008 avanzó significativamente en equidad de género y en la autonomía económica y autopercepción de las mujeres en la vejez. Sin embargo, hoy se requieren nuevas medidas, urgentes y significativas.

Las brechas que persisten en materia de equidad género en pensiones sitúan todavía a Chile entre los países más inequitativos. Esto es producto de la compleja articulación de factores que las determinan. Además, los nuevos desafíos hacia el futuro son aún mayores: el aumento de la demanda por cuidados de largo plazo que se proyecta, de no mediar cambios, afectará desproporcionadamente a las mujeres y sus pensiones, ya que ellas asumen mayoritariamente esta labor no remunerada. Por lo tanto, abordar integralmente la dimensión de género y los desafíos pendientes resulta insoslayable y debe ser prioritario en cualquier reforma de pensiones.

“El fortalecimiento de un sistema formal de cuidados es urgente”

– ¿Por qué es tan importante el debate sobre la economía del cuidado a la hora de hablar de mujeres y pensiones? ¿Cómo impactan en jubilaciones las lagunas previsionales, por ejemplo, además de en su calidad de vida, el tener como imposición social los cuidados de hijos y dependientes?

La prestación de cuidados de larga duración a personas con dependencia está asociada a una reducción en la oferta laboral remunerada de las mujeres, a una menor densidad de cotizaciones y, por lo tanto, a menores pensiones. También, está asociada a un mayor riesgo de pobreza y a una mayor prevalencia de problemas de salud mental entre quienes prestan estas labores.

Chile se encuentra en un proceso de envejecimiento de su población que implicará un importante aumento en la demanda de servicios de cuidados de largo plazo en los próximos 50 años. En promedio, en los países OCDE, un 27% de los receptores de cuidados de largo plazo tiene entre 65 y 79 años y un 52% se concentra en las personas de 80 años y más. En Chile, las personas de 80 y más años, pasarán de 2,4% a 11,2% de la población total, entre 2015 y 2065. En este sentido, el envejecimiento de la población y la concentración de la labor de cuidados en forma no remunerada en las mujeres hace urgente el fortalecimiento de un sistema formal de cuidados.

– ¿Qué ejemplos dan otros países en la materia y cómo crees que debería enfrentar Chile las mejoras para su sistema de apoyos y cuidados, considerando este escenario?

La experiencia internacional apunta al establecimiento de sistemas de cuidados que organicen la oferta y el financiamiento de programas de apoyo y cuidados para las personas en situación de dependencia, sus cuidadores, sus hogares y su red de apoyo. Estos sistemas típicamente se insertan en los sistemas de salud o, más generalmente, en los sistemas de seguridad social bajo una perspectiva de derechos.

La experiencia en otros sistemas también muestra que es muy importante avanzar en la articulación de un sistema de cuidados con las políticas de salud, pues la demanda de cuidados se ve fuertemente afectada por las acciones complementarias de prevención y de prolongación de la vida activa que se lleven a cabo. En el caso chileno, sería importante profundizar el rol del Estado en el diseño y articulación de las políticas de cuidados en la regulación y supervisión de los prestadores; así como en garantizar directa o indirectamente la provisión de servicios de calidad adecuada.

– ¿Hacia qué principales políticas en materia de mercado laboral y pensiones crees debería orientarse Chile para ir eliminando brechas de género y avanzar en equidad? ¿Cuáles te parecen prioritarias en este momento, considerando la urgencia de una realidad que afecta a miles de mujeres adultas mayores en el país?

Las brechas de género en pensiones se originan en múltiples factores, por ello abordarlas requiere una mirada integral que incluya al mercado laboral, el sistema de pensiones y las políticas de cuidados. Una de las políticas que destacaría respecto del mercado laboral es la ampliación de la cobertura del subsidio al empleo de la mujer. Es necesario ampliar su cobertura hasta los 65 años y permitir su utilización en forma continua o discontinua a lo largo de la vida laboral. Actualmente, llega hasta los 60 años y las mujeres pueden percibirlo por una sola vez, por un plazo de 4 años continuos.

Por otro lado, así como en materia de salud deben eliminarse las diferencias de precios en los planes en razón del género, en pensiones se requieren medidas similares. En el sistema contributivo, a partir de los 65 años, hombres y mujeres con igual saldo y a igual edad, deberían obtener igual pensión. Un beneficio así cerraría las brechas originadas en la diferencia en expectativas de vida, como un derecho y una medida de equidad de género de acceso universal. Este beneficio puede establecerse como un mecanismo solidario en el sistema contributivo, que incluya incentivos a la postergación de la edad de jubilación de las mujeres y podría incrementar en torno a 14% sus pensiones.

Además, junto con avanzar en el establecimiento de un sistema de cuidados, sería un gran avance instaurar gradualmente una compensación previsional para personas cuidadoras de adultos mayores y familiares en condición de dependencia, no remunerados, al interior del hogar. Además de mejorar sus pensiones contribuiría a visibilizar esta importante labor no remunerada que realizan mayoritariamente las mujeres.

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