12.02.2025

El estudio de género de los hombres, las masculinidades y los cuidados: un diálogo pendiente

Autor: Eduardo Abedel Galindo Meneses

 

El estudio del cuidado y los cuidados ha evidenciado a lo largo de más de tres décadas la injusta y desigual distribución que implica sostener la vida en las distintas esferas sociales. A través de las encuestas del uso del tiempo en países de la región latinoamericana se ha puesto en evidencia que son las mujeres y las niñas quienes de forma única o desproporcionada se responsabilizan por el trabajo doméstico y de cuidados en el día a día de las familias. Desde diversas aristas sociales con relación a las oportunidades y garantías de derechos por parte del Estado, han sido comprobadas las barreras y obstáculos que representa el acceso y carácter universal de los derechos humanos que les permita a las mujeres acceder a una vida libre de violencia en todos sus aspectos. Así mismo, el mercado y el sector privado han consolidado su carácter indolente y excluyente en razón a la clase social, el género y la autodenominación de origen de las personas, en cuanto al bienestar social y subjetivo de las mismas.

         Además, una constante altamente significativa, que se suma al cúmulo de aristas detrás de la injusticia, desprotección social y violencia estructural que define el cuidado de la vida, es la nula, difusa, inconstante, e incluso violenta participación por parte de los varones en el trabajo doméstico y de cuidados, así como en las diferentes estrategias, acciones o iniciativas sociales de resistencia, reconocimiento, redistribución que diversos sectores, liderados por mujeres ¾desde una perspectiva feminista y de género¾, vienen tejiendo, acumulando fuerzas, fortaleciendo alianzas pero, sobre todo, tomando un lugar al centro de la vida pública y política de la región, toda vez que su interés es poner la vida, y su cuidado al centro.

         En este tenor se debe reconocer que los movimientos de las mujeres y los sectores históricamente excluidos por la erradicación del sistema patriarcal, así como por la transformación radical de la cultura machista y misógina, de manera quizá sorpresiva, han permitido la posibilidad de plantear la necesidad cognitiva y epistémica de albergar, rastrear, y/o reflexionar sobre los posibles motivos, orígenes, razones de dicha realidad desigual y violencia desde ontologías consideradas como hegemónicas y dominantes, como es el caso del pensamiento, voz, experiencias y sentires de los varones. De esta manera, a lo largo de más de cuatro décadas ha cobrado relevancia y generado eco en espacios académicos, sociales y culturales el estudio género de los hombres y las masculinidades.

         El cuerpo de conocimiento de esta vertiente de las ciencias sociales, cuyo tratamiento ha sido escenario de diálogos multidisciplinarios e interdisciplinares, se ha desarrollado entre diversos niveles de discusión como, por ejemplo:

i) la necesidad epistémica de diferenciar categorías y conceptos, como masculinidades, formas de ser hombre o varón (Minello, 2002; Núñez, 2004; 2016);

ii) el legado que la teoría feminista y la perspectiva de género tiene sobre el estudio de los hombres y las masculinidades (Connell, 2003; Viveros, 2007);

iii) los desafíos políticos que han significado distintas acciones alcanzadas por el movimiento feminista en la participación de los varones como una medida de redistribución injusta que alberga la reproducción social (Baker y Greene, 2011; Clatterbaugh, 1990; Connell, 2006);

iv) los roles sociales y de género que de forma tradicional realizan los hombres, como por ejemplo en sus relaciones parentales a través del ejercicio de su(s) paternidad(es) y cómo este rol tiene influencia en la trayectoria de vida de la persona y la(s) unidad(es) familiar(es) (Salguero y Rodríguez y Salguero, 2022; Rodríguez, 2019; 2020);

v) la tensa relación entre hombres: virilidad, sexualidad opresiva, privilegios y violencias (Luna, 2021);

vi) el costo social de ser hombre o el varón como factor de riesgo (Hernández, 2021; de Keijzer, 1997; Kimmel, 1997); y

vii) indagaciones entorno a la tesis del “por qué los hombres se mueren por ser hombres” (Figueroa, Jiménez y Tena, 2006; Figueroa, 2008; 2015).

No obstante, el estudio de género de los hombres y las masculinidades, que se debe al movimiento feminista y la intersección de la perspectiva de género en las ciencias sociales, ha caminadocaminado, pero, sin avanzar. Más allá del discurso o de las propuestas categóricas, hoy día altamente criticadas pero en su momento “seductoras” ¾siguiendo el pensamiento de Fernández Chagoya (2014)¾, como lo fue la categoría de “nuevas masculinidades” (Menjívar, 2004; Montesinos, 2002), podría considerarse que la acumulación de saberes detrás de las realidades pasivas, ausentes, violentas de los hombres, no ha influido de manera asertiva, pedagógica y política hacia un cambio social, especialmente en la erradicación del sistema patriarcal, donde los hombres cultivan y experimentan de manera hegemónica su identidad, sus roles sociales y de género, además de reproducir sus valores y relaciones sociales y personales.

Quizá la voluntad ausente por parte de los varones que aún no se encuentra en las responsabilidades sociales que no ejercen, puede seres provocada desde la complejidad que significan las consecuencias del por la falsa y machista idea que se encuentran en creer que descuidaro de la vida es una forma de ser hombre. Sin el cuidado de la vida no hay vida, no solo para cuidar, sino para vivir. Pero,Pero ¿cómo promover la participación de los varones en el cuidado de la vida, si la manera en que experimentan la vida desde su identidad de género es posible, si y solo si, a partir del descuido de esta?

La ruta, que poco se ha explorado hasta el momento, constituye el vínculo entre el cuidado y las masculinidades desde una perspectiva radical. Un ejercicio político, social y cultural donde los varones aprendan(mos) a cuidar, prevenir y erradicar las violencias que sistemáticamente reproducimos, como un primer paso, en la redistribución del cuidado y su organización social. Los círculos de masculinidades, si bien han resultado ser espacios pedagógicos y de contención colectiva de las emociones y mandatos de género, por ahora, deben considerarse muy cercanos al grupo de “experiencias sutiles y seductoras” que romantizan, invisibilizan y legitiman la violencia de género de los varones. Por lo que resulta importante seguir promoviendo estos espacios pedagógicos pero con la diferencia de que, además de aprender a reconocer y nombrar nuestras emociones, de manera central, los varones nos ocupemos de fomentar experiencias colectivas donde se aprenda, acompañe y vigile el reconocimiento y la erradicación, así como el asumir las responsabilidades y consecuencias de reproducir violencias en razón de género.

La participación en el cuidado de la vida por parte de los varones puede tener un interesante comienzo, si se inicia erradicando cualquier tipo de violencia, privilegio, o maneras de mantener identidades, subjetividades y relaciones que subordinen, se impongan o nieguen a la otredad. Es importante aprender a nombrar lo que sentimos como varones, pero es más importante reconocer y erradicar las violencias que reproducimos en una sociedad basada en un sistema patriarcal. Tan importante es aprender a llorar, como importante es aprender a no violentar. De este modo, no se trata de partir de la falsa idea de que los varones son víctimas de un sistema que los privilegia, sino más bien reconocer el grado de complicidad de cada varón con el sistema patriarcal.

 

Referencias

 

Baker, G. y Greene, M. (2011). ¿Qué tienen que ver los hombres con esto?: Reflexiones sobre la inclusión de los hombres y las masculinidades en las políticas públicas para promover la equidad de género. En F. Aguayo y M. Sadler (eds.). Masculinidades y  políticas públicas. Involucrando hombres en la equidad de género (pp. 23-49). Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropología. https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/122642

Clatterbaugh, K. (1990). Contemporary perspectives on masculinity. Men, women and politics in modern society. Westview Press.

Connell, R. W. (2003). Masculinidades. Universidad Nacional Autónoma de México.

¾. (2006). Desarrollo, globalización y masculinidades. En G. Careaga y S. Cruz Sierra (Coords.). Debates sobre masculinidades. Poder, desarrollo, políticas públicas y ciudadanía (pp. 185-209). Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios de Género.

Fernández Chagoya, M. (2014). Tendencias discursivas en el activismo de varones profeministas en México: Algunas provocaciones a propósito del “cambio” en los hombres, CONEXÔES PSI, 2 (1), 31-56.

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Menjívar, M. (2004). ¿Son posibles otras masculinidades? Supuestos teóricos e implicaciones políticas de las propuestas sobre masculinidad. Reflexiones 83 (1), 97-106. https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/reflexiones/article/view/11387

Montesinos, R. (2002). Las rutas de la masculinidad. Ensayos sobre el cambio cultural y el mundo moderno. Gedisa.

Minello Martini, N. (2002, septiembre). Masculinidades: un concepto en construcción. Nueva Antropología, XVIII (61), pp. 11-30. https://www.redalyc.org/pdf/159/15906101.pdf

Núñez Noriega, G. (2004, otoño-invierno). Los “hombres” y el conocimiento. Reflexiones epistemológicas para el estudio de “los hombres” como sujetos genéricos. Desacatos. Revista de Antropología Social, 15-16, pp. 13-32. https://www.redalyc.org/pdf/139/13901602.pdf

¾. (2011). ¿Qué es la diversidad sexual? Reflexiones desde la academia y el movimiento ciudadano. Abya Yala.

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https://www.researchgate.net/publication/351766403_Masculinidades_paternidades_y_trabajo_domestico_Lo_biografico-narrativo_como_propuesta_para_recuperar_las_experiencias_vividas 

Rodríguez Abad, A. y Salguero Velázquez, M. A. (2022, enero-junio). “El retorno de los viejos”. Ausencias, ejercicios paternos, rede [sic] familiares y comunitarias de hombres mayores migrantes. Diarios del terruño, 13, 186-206.

Viveros, M. (2007). Teorías feministas y estudios sobre varones y masculinidades. Dilemas y desafíos recientes. La manzana de la discordia, 2 (2), 25-36. https://doi.org/10.25100/lamanzanadeladiscordia.v2i2.1399

Sobre el autor: Profesor Investigador de la Facultad de Ciencias para el Desarrollo Humano de la Universidad Autónoma de Tlaxcala, México. Contacto: eagalindo_fcdh@uatx.mx

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