29.10.2019

Así fueron las elecciones territoriales en Colombia para las mujeres y el enfoque de género

Colombia se fue a dormir en la noche del domingo con una imagen que ya hace parte de la memoria nacional: Claudia López, la recién electa alcaldesa de Bogotá, le da un beso en la boca a su pareja, la senadora Angélica Lozano.

Colombia se fue a dormir en la noche del domingo con una imagen que ya hace parte de la memoria nacional: Claudia López, la recién electa alcaldesa de Bogotá, le da un beso en la boca a su pareja, la senadora Angélica Lozano. Las dos están en el centro de la foto. A su alrededor los acompañantes y miembros del equipo de campaña aplauden su victoria mientras las dos mujeres protagonizan el testimonio gráfico de un hecho histórico: Bogotá eligió a su primera alcaldesa en la historia que, además, es lesbiana.

Es una victoria, también, para las mujeres y para la comunidad LGBT ya que López tuvo uno de los enfoques de género más completos de los programas de gobierno de los candidatos en Bogotá. El enfoque de género fue transversal, tanto, que luego de las denuncias contra Hollman Morris por maltrato económico y por acoso sexual, hubo una carta de rechazo a su candidatura por parte de mujeres de la Colombia Humana. De hecho, María Mercedes Maldonado, exsecretaria de planeación de Gustavo Petro, y Ángela María Robledo, su exfórmula vicepresidencial, terminaron respaldando a López.

Pero la victoria de López no es síntoma de una tendencia nacional. Un reciente informe de la organización Sisma Mujer muestra cifras poco optimistas sobre la participación de mujeres en estas elecciones. Por ejemplo, para Gobernaciones, no sólo se presentaron menos mujeres que hace cuatro años sino que ganaron menos (de 5 en el 2015 a 2 en 2019).

En Alcaldías, en cambio, se inscribieron más mujeres (781 frente a las 649 en 2015). Pero ganaron menos: fueron electas 130 mujeres de los 1.101 municipios en Colombia, mientras en 2015 fueron 134. Y falta revisar con detalle los resultados de mujeres que ganaron curules en concejos, asambleas departamentales y Juntas de Acción Local. 

“Lo real es que llegaron muchas mujeres por coaliciones, entonces habría que ver qué tan comprometidas están con la agenda de mujeres porque el hecho de ser mujer no es garantía de que comparta la agenda de las mujeres y que esté comprometida con sus derechos”, asegura Olga Amparo Sánchez, coordinadora de la Casa de la mujer.

En otras palabras, cantidad no es sinónimo de representatividad. El ejemplo más claro es el de las gobernadoras electas este año: Clara Luz Roldán en el Valle del Cauca y Elsa Noguera en el Atlántico, que no tienen un discurso atravesado por la agenda de género y además, tienen detrás poderosas maquinarias políticas, la de Dilian Francisca Toro y la de los Char. Lo mismo ocurre con la victoria de Virna Johnson en Santa Marta, la otra mujer que fue electa como alcaldesa en una ciudad capital, que llega con la bandera de resolver la problemática de agua potable de la ciudad pero sin una agenda visible en materia de equidad de género y de derechos de mujeres.

Por eso, aunque el triunfo de Claudia López es muestra de un cambio en la mentalidad de los bogotanos, aún le falta mucho camino por recorrer a la agenda de género en la política local.

“Las agendas de género son muy particulares de ciertas candidaturas”, asegura Ángela Rodríguez, directora para Colombia del Instituto Holandés para la Democracia. “Los sectores de partidos tradicionales siguen siendo muy reticentes a las agendas que tienen que ver con género, particularmente, y si lo hacen es desde una perspectiva no muy progresista sino desde el punto de vista de la familia tradicional. Así fue, por ejemplo, en la candidatura de Bucaramanga de la señora Ángela Hernández que reivindicaba el papel de la mujer en política pero desde un punto de vista bastante restrictivo y asociado con los valores más tradicionales y conservadores. Creo además que desde el punto de vista del marketing electoral no resulta muy vendedora la agenda de género”, asegura Rodríguez.

No es casualidad que la foto del beso entre Angélica Lozano y Claudia López se haya dado una vez elegida la candidata. Reacciones como las de la periodista Salud Hernández en Twitter muestran el rechazo que aún persiste hacia las personas con identidades diversas. Y refuerzan la idea de que los sectores progresistas aún tienen que enclosetarse para poder elegirse.

El cambio debe ser local

Hay, sin embargo, razones para ser optimistas. El domingo fueron elegidas dos mujeres indígenas para alcaldías en dos departamentos tradicionalmente conservadores: Boyacá y Cauca. Y el movimiento político Estamos Listas alcanzó una curul en el Concejo de Medellín. 

En el primer caso se trata de Aura Cristancho del pueblo U’wa en Curubá, Boyacá, y de Mercedes Tunubala, indígena Misak elegida en Silvia, Cauca. A ellas, dice Ángela Rodríguez, hay que seguirles la pista por tratarse de liderazgos que a nivel local, en el contexto indígena, resultan sobresalientes. 

El caso de Silvia, Cauca es particularmente interesante porque tiene una historia larga de mujeres indígenas involucradas en política y que han sido lideresas de su comunidad. 

“Hay una sociedad machista, y en las comunidades también existe ese machismo, sin embargo, de unos años atrás, se han venido ganando espacios”, dice Mercedes Tunubala. “Ha habido mujeres gobernadoras en mi comunidad y otros hemos trabajado en diferentes espacios del sector público. A partir de ahí creo que hay un reconocimiento de derechos de las mujeres que ayuda a que ganemos y lleguemos a estos espacios”. 

Su candidatura fue un mandato directo del Cabildo de su comunidad, pero eso no impidió que durante la campaña la candidata encontrara resistencias por parte de miembros de su comunidad que prefirieron apoyar al otro candidato, Juan Carlos López del Partido Verde, un hombre mestizo que aspiraba a la alcaldía del municipio cuya población es 80 % indígena. A pesar de eso, Tunubala ganó por unos 400 votos y hoy es la primera mujer alcaldesa de su municipio después de 200 años, asegura.

“Yo creo que [habrá retos] por ser mujer y por ser indígena. Vamos a estar no solo en la mira de los medios de comunicación sino de las mismas comunidades que tienen una esperanza diferente, de que haya un cambio. El reto es poder traer desarrollo para el municipio de Silvia”, dice la nueva alcaldesa.  Ella, además, propone el enfoque de género como uno de los cinco ejes sobre los que se construirá su gobierno: una de sus estrategias de campaña, por ejemplo, fue darle visibilidad en videos a las mujeres de su comunidad y a las tradiciones que cuidan y heredan como el uso de plantas medicinales y los tejidos con lana.

El segundo caso, el de Estamos Listas, es tal vez el ejemplo más claro en el país de un ejercicio de participación política de mujeres con una clara agenda de género como parte del proceso. Hace dos años, cuando fue creado, Estamos Listas se concibió como un  movimiento político exclusivamente de mujeres que buscaba cambiar e incidir en la política de Medellín. En las elecciones del pasado domingo se presentaron al Concejo con una lista cerrada: ellas mismas decidieron quiénes las iban a representar. 

“Nosotras planteamos una candidatura colectiva. Hicimos campaña juntas y juntos, porque hay también seis hombres en la lista, eso significaba que entre nosotras no estábamos compitiendo, sino que todas le apostamos a otra forma de hacer política”, dice Dora Saldarriaga, la mujer que encabezó la lista del movimiento y que a partir del otro año ocupará la curul de Estamos Listas en el Concejo de Medellín. 

Esa otra forma de hacer política, para Saldarriaga, parte de usar mecanismos más colectivos y financiados por la autogestión y la colaboración más que por grandes grupos financieros. “Vendimos pañoletas, recurrimos a otros recursos. El mano a mano y el compromiso de cada una de las mujeres y de los hombres aliados generó este resultado. Creo que es otra forma de hacer política que vamos a demostrar en la forma en que lleguemos al Concejo: un tema más cercano a la ciudadanía, más amoroso”, asegura.

Además, Estamos Listas logró dos curules de ediles en el corregimiento de Santa Helena, donde fueron electas Cristina Gallego y Carolina Mejía. La apuesta política de ellas dos y de Dora Saldarriaga se guiará por las apuestas de su movimiento: hacer control político con perspectiva de género en cada debate, “nombrar lo que no se ha nombrado en la ciudad”, en palabras de Saldarriaga, y llevar con ellas la agenda de la economía del cuidado, lo que incluiría la propuesta de un sistema municipal de cuidado, y la agenda de seguridad con enfoque en violencias de género.

Si bien están esos ejemplos de éxito, la llegada de las mujeres a los cargos de elección popular y su participación en la contienda no fue fácil. Así lo asegura Juliana Hernández, integrante de la organización Extituto y parte de la campaña Nosotras Ahora, una iniciativa que apoyaba a mujeres que buscaban participar en política por primera vez. 

“Tenían muchas dificultades para hacer campaña en igualdad de condiciones, especialmente en temas de dinero. En los últimos días recibimos muchísimas denuncias de cómo se estaban comprando votos en las regiones, de la llegada de dineros a los territorios”, dice. Cuenta que incluso, supieron de personas que les decían a las candidatas que a pesar de confiar en ellas iban a votar por alguien más ya que estaban recibiendo plata por esos votos. “También hay que entender que en la realidad rural de Colombia no importa tanto el que haya un sistema democrático corrompido por años sino el hecho de poder comer”. Y asegura que varias de las candidatas que acompañó con Nosotras Ahora recibieron amenazas o fueron puestas “de relleno” en las listas.

Aún así rescata los triunfos de mujeres que tenían agendas de género o que se destacaron en zonas que hasta entonces no habían tenido participación de mujeres en elecciones: por primera vez una mujer se lanzó a la Alcaldía de San José del Guaviare, Luisa Fernanda Rave, aunque no resultó electa; en Bogotá, Heidy Sánchez, de la Colombia Humana y de la UP, logró una curul al Concejo de Bogotá; y en el departamento del Cauca, las alcaldías en cabeza de mujeres pasaron de 3 en 2015 a 8 este año. Las elegidas son Lucy Amparo Guzmán, en Santander de Quilichao, Neyla Yadira Amu en Timbiquí, Martha Cecilia Velasco en Corinto, Lucy Agredo en Sotara, Leydi Patricia Gómez en Sucre, Xiomara Ortega en Inza, Maribel Perafan en Timbio y Mercedes tunubala en Silvia.

“Los partidos cada vez más están entendiendo la importancia de incluir mujeres”, agrega Ángela Rodríguez. La prueba, dice, es que en la lista para Concejo en Bogotá, la primera votación del partido Conservador la tiene una mujer, lo mismo en el Partido Liberal. Y aunque se quemó Natalia Moreno, candidata abiertamente feminista en la lista del Polo al Concejo, sacó 5.305 votos. 

“Lo que sí queda claro es que las mujeres, independientemente de los resultados de la elección en algunos casos, somos protagonistas en la democracia local. Los partidos tradicionales, además, se están dando cuenta de que podemos traerles beneficios más allá del prejuicio de estar de relleno en las listas”, asegura Rodríguez.

“Yo creo que el hecho de que estas mujeres hayan aspirado a estos cargos sí deja un mensaje claro para otras mujeres. El mensaje de participemos, lancémonos, ocupemos la política porque sabemos que es desde ahí donde se cambia todo”, agrega Juliana Hernández. 

Por eso, y más allá de la euforia que dejó el triunfo de Claudia López en Bogotá, lo cierto es que la participación de mujeres en política aún no logra ni siquiera la cuota mínima de 30 % que exige la ley. En cada contienda electoral hay más y mejores ejemplos de mujeres que llegan al poder y que además lo hacen con agendas de género, sin embargo aún falta camino para que dejen de ser casos puntuales y se vuelvan un fenómeno representativo.

*Esta nota fue publicada en la revista Cerosetenta.

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